Juan Robles viajaba de Echarate a Quillabamba, las pistas de ese trayecto estaban asfaltadas y en buen estado. Echarate es considerado uno de los distritos más ricos del Perú por el canon del gas de Camisea. Sin embargo, a pesar de que pueden recaudar millones de soles anuales, veía que había pobreza en los alrededores en muchos de sus habitantes, debido a esa mala distribución de la riqueza y tambièn por la corrupción de sus autoridades. Juan era un predicador itinerante, que viajaba por todo el Perú llevando el evangelio de Cristo, andaba con su morral en donde llevaba su Biblia, algunos libros para leer durante sus viajes, y con su perro Dino. La pasión por las misiones la llevaba en sus venas, acostumbraba llevar una buena cantidad de dinero porque solía hacer viajes largos y su único compañero fiel que nunca se separaba de él era un beagle medianamente pequeño, y como buen cazador que era, cuando andaban por el campo yendo hacia alguna comunidad, pues hacía gala de sus dotes
Eran las tres de la mañana, la vigilia no llegó a su final como se esperaba. Todos decían que duraría hasta las seis, pero el sueño nos venció, algunos salieron tarde del trabajo, y no hicieron la siesta, así que no aguantaron….y yo tampoco. Pude conocer a algunos jóvenes nuevos que venían de una iglesia que tenía dos años de fundada. El pastor era también joven y jovial, sabía ganarse rápidamente la confianza de los muchachos, quizá por eso que su iglesia estaba más compuesta de jóvenes que de adultos. Pero en el grupo allí reunido pude apreciar que había un joven que no se relacionaba con los demás, veía que se mantenía aislado, y como que sentía temor de hablar. Como yo estaba hablando con los guías del grupo nuevo acerca de un evento que querían realizar para evangelizar a unos 500 jóvenes, me pude percatar que tampoco nadie se acercaba a él para poder conversarle. El asunto era que este muchacho que llegué a enterarme le decían “Thriller”, demostraba ser educa