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ES PELIGROSO SER DESHONESTO



 

Eran las 8:00 de la mañana. Estaba en el paradero esperando la combi para ir  a mi trabajo. Bueno, en realidad se me hizo tarde. Mi entrada es a las 8:30 am. y tenía exactamente 30 minutos para llegar a tiempo, lo cual veía difícil por el tráfico terrible que había en el centro de Lima. Así que esta vez llegaré tarde, y de seguro que me descontarán. Son dos descuentos que tengo en este mes por tardanza, el jefe dijo que con tres tardanzas, salgo fuera.
Llegué a las 8:45 am. de hecho que ya estoy frito. Pero, ¿qué tal si invento una excusa?, no, no sería honesto, después de todo el Señor me esta viendo y eso no le va a gustar. Saca esos malos pensamientos de tu cabeza, Christian.
Por un lado, me sentía bien en mi conciencia porque había desechado la tentación de ofender a Dios inventando una mentira, pero por otro lado esperaba que Dios me saque de esta situación en que me encontraba porque debía hablar con el jefe y de seguro que me va a rocotear. Así que esperaré en la misericordia del Señor. Tomé mi tarjeta y me fui al tarjetero a marcar mi tardía entrada cuando se me acercó Jonás un compañero de trabajo.
- Christian, espera un momento -corrió hacia mí impidiendo que marque mi tarjeta- no hagas eso. Tengo una salida.
- ¿Cuál es? -pregunté pensando que Dios probablemente me estaba concediendo su gracia.
- Escucha -me apartó del tarjetero-, yo también llegué tarde, pero llamé temprano al guachimán y ¿y sabes qué?, el guachi marcó temprano mi tarjeta, y le dije que haga lo mismo con la tuya.
Vaya, cuando escuché eso, pues me alegré, pero por otro lado pensé que no estaba bien lo que había hecho, y me puse a pensar “¿esto será la voluntad de Dios?”. Sentí alegría y tristeza a la vez, pero terminé por convencerme que no era adecuado lo que había hecho sobre todo por lo que me dijo después.
- El guachi habló con el jefe temprano y le dijo que tú y yo estamos de comisión para averiguar unos presupuestos por eso llegamos temprano, marcamos nuestras tarjetas y nos fuimos a atender la comisión. De esta manera, no perdemos la paga del día compañero, ¿no crees que fui inteligente?
- La verdad es que no sé si fue inteligente o idiota  hacer eso. Lo cierto es que ahora yo me sentía metido en un problema, luchaba en mi conciencia porque sabía que todo esto era una reverenda mentira.
- Oye, Jonás, pero no me parece que está…..
- No te preocupes -interrumpió-, al jefe le hemos hecho creer varias veces que estamos de comisión por el área de Abastecimientos, y generalmente nunca averigua. Tú sabes que está tan ocupado, que no tiene tiempo para fiscalizarnos. Así que hazme caso en lo que te estoy diciendo.
Uno de mis graves problemas es que por no quedar mal con alguien, no digo  nada, me quedo callado, pero “el que calla otorga”. Esta vez no quise otorgar nada, porque definitivamente estaba mal lo que Jonás hacía.
- Sabes Jonás discúlpame, pero no es correcto lo que haces.
Jonás se molestó, vi su ceño fruncido, e intuyó con mi actitud que probablemente lo traicionaría. Y como si estuviera haciéndome un favor, me dijo:
- Eres un desagradecido, te consideraba mi amigo. Pero veo que no sabes reconocer a los amigos cuando te hacen favores. ¿Y ahora qué vas a hacer? ¿se lo vas a decir todo al jefe?
- No haré eso. No suelo delatar a nadie, aunque hayan hecho algo malo -otro defecto mío-, pero si esto me está complicando la vida, ya que esto has hecho sin consultarme, pues no sé qué hacer.
Veía a Jonás que caminaba de un lado a otro, lo veía angustiado y sudoroso.
- Sabes que si el jefe se entera de lo que hice, lo más probable es que me eche. Tengo familia, piensa por un momento en ellos, no seas egoísta.
Me lo dijo de tal manera, que ahora me hacía sentir culpable, y que al final el malo de la película, pues pareciera ser yo. Pero entré en razón y le hice ver que no era bueno haber hecho algo así, porque el jefe podría enterarse por boca de otra persona, le dije que no sería por la mía, y allí sí que estaría complicada nuestra vida.
- ¿Quién más sabe sobre esto, sino tú y yo? -preguntó mirándome a los ojos.
Con un gesto disimulado le señalé al guachimán. Jonás lo miró, quedó observándolo por algunos segundos, luego me miró y me cogió de las solapas.
- Escúchame idiota, él es más fiel que tú. El no traicionaría a nadie, siempre hemos hecho esto, y el jefe nunca se ha enterado del asunto. Aquí el único que puede abrir la bocota eres tú.
Parece que no me creía. No tenía intención de traicionarlo, le dije que no lo haría, aunque me sentía mal en mi corazón por tener que ser cómplice de algo turbio. Pero de todos modos tenía que ponerme en salvaguarda.
- Sabes Jonás, yo te voy a pedir un favor. Dile al guachi que me borre y que me ponga  inasistencia, ahora sí que se me hizo tarde. Perderé mi día y la paga de él, me regreso a casa y te dejo solo para que hagas lo que quieres hacer, no me compliques en tus asuntos, ¿está bien?
- Bien hablaré con él, te puede borrar, eso es fácil. Allá tú si no quieres que te ayude, recuerda que tienes dos tardanzas y estás en capilla, una más y te vas. Después de todo eres soltero, parece que no te interesa cuidar tu trabajo, en cambio yo tengo familia y a veces por ella uno debe hacer sacrificios.
- ¿Llamas sacrificio a un peligro al cual la expones?
- Es mi vida, no comparto tus creencias. Así que no te metas con lo que yo hago.
Me empujó y se fue a hablar con el guachimán. Bueno, no tengo más que hacer aquí, prefiero perder el día antes que participar de algo deshonesto. Debo admitir que también me sentía mal por perder el día y ahora regresar a casa, “pero en fin Señor hay que hacer honor a tu Palabra”.
Al día siguiente, me levanté temprano, desayuné a tiempo, salí y abordé la combi que me llevó al trabajo y, claro, ingresé a la hora. Me extrañó ver el escritorio de Jonás vacío. Le pregunté a Lupe, mi compañera que estaba a mi costado.
Lupe, ¿no ha venido a trabajar Jonás?
Oye, pero ¿no sabes lo que le pasó a Jonás? -me preguntó sorprendida.
La verdad que no. ¿Qué sucedió?
El jefe lo corrió. Este Jonás había hecho trampa con su tarjeta de control.
¿Cómo así? -me hice el desentendido.
El jefe descubrió que Jonás varias veces llegaba tarde, fingiendo que estaba de comisión. Según él Abastecimientos lo mandaba a preguntar sobre algunos presupuestos. Pero sabes Christian, el jefe le preguntó a Rita, la jefa de Abastecimientos y ella le dijo que no, es más,  nunca lo habían enviado a hacer ningún tipo de comisión.
¡No te creo! -perdóname Señor, espero que esta clase de fingimiento no sea pecado.
Oye sí, hombre. El jefe lo mandó llamar al guachimán que está en el control de las tarjetas y este chico se puso nervioso y confesó todo. Este Jonás ha estado haciendo estas cosas varias veces; imagínate, y nosotros que creíamos que Jonás era el engreído de Rita.
Cuando escuché todo me dije: “de la que te salvaste Christian”, pero por otro lado me sentí apenado de que lo hayan echado a Jonás, sabiendo que tenía familia que mantener. A los pocos días me enteré que estaba vendiendo caramelos en las combis porque no podía encontrar trabajo. Esta experiencia me ayudó mucho a tener cuidado de oír proposiciones deshonestas, a poner atención en escuchar a Dios en su Palabra, ¡ah! Y por supuesto, a levantarme más temprano.

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