Eran las tres de la mañana,
la vigilia no llegó a su final como se esperaba. Todos decían que duraría hasta
las seis, pero el sueño nos venció, algunos salieron tarde del trabajo, y no
hicieron la siesta, así que no aguantaron….y yo tampoco.
Pude conocer a algunos
jóvenes nuevos que venían de una iglesia que tenía dos años de fundada. El
pastor era también joven y jovial, sabía ganarse rápidamente la confianza de
los muchachos, quizá por eso que su iglesia estaba más compuesta de jóvenes que
de adultos.
Pero en el grupo allí
reunido pude apreciar que había un joven que no se relacionaba con los demás,
veía que se mantenía aislado, y como que sentía temor de hablar. Como yo estaba
hablando con los guías del grupo nuevo acerca de un evento que querían realizar para evangelizar a unos 500
jóvenes, me pude percatar que tampoco nadie se acercaba a él para poder
conversarle.
El asunto era que este
muchacho que llegué a enterarme le decían “Thriller”, demostraba ser educado y
generalmente no respondía cuando los demás lo insultaban. Algo que me pareció
bastante raro tratándose de creyentes. Lo curioso también era que el pastor no
decía nada cuando lo apodaban así, y como que estaba acostumbrado a las burlas
de los chicos, es más, hasta participaba de esto.
-Thriller, -dijo el pastor, no sin provocar algunas
risas- ¿tu mamá te dará permiso para ir el sábado a la playa?
- No lo sé pastor - respondió incómodo, pero sin perder
el respeto por él-, pero quisiera que me ayude y pueda hablar con ella para que me autorice.
El pastor, se sintió
comprometido, y parece que no tenía intención de ir a hablar con sus padres,
así que intentó zafarse diciéndole:
-Bueno, ora pues, y si es la voluntad de Dios, te
dejarán ir.
Nadie conocía la casa del
muchacho, y todos pensaban que era un lugar macabro. Tanto lo fastidiaban que
las bromas caían a veces pesadas, y podía notar el fastidio, pero a la vez el
dominio propio que demostraba en todo esto.
- Disculpe pastor -le dije privadamente- ¿cómo se llama
ese joven al que le dicen “Thriller”?
- Se llama Julio, es un buen chico, lo que pasa que es
bastante tímido.
- Eso veo.
- Y los chicos lo fastidian, pero parece que lo acepta
y como que le gusta que le hagan bromas.
Bueno, esto último no creo
que sea exactamente así. Podía notar que Julio se sentía incómodo por tanta
humillación, pero su gran disposición a saber aguantar lo tenía entrenado para
saber controlarse y no perder la calma. Algo que no he visto en varios de esos
jóvenes que cuando alguien de sus compañeros les jugaba alguna chanza
reaccionaban respondiendo vengativamente y hasta insultando.
Sentí cierto interés por
Julio, así que intenté acercarme para hacerme su amigo.
- Hola Julio -lo saludé.
- Hola, ¿cómo te llamas? -me respondió amablemente.
- Me llamo Jesualdo, soy de la iglesia “El Calvario”,
¿y tú?
- Bueno, soy de la iglesia “El Refugio Secreto”. Todos
los chicos que están aquí pertenecen a ella, y el pastor también. Los chicos
son bien graciosos, les gusta jugarse entre ellos bromas.
- Sí, tienes razón, pero veo que más te fastidian a ti.
- Claro, pero no me interesa, siempre lo han hecho,
además por eso no me voy a molestar.
- He podido notar que todos aquí se vacilan contigo, y
tú tratas de llevar la fiesta en paz.
- Sabes Jesualdo, no me gusta tener enemigos, prefiero
aguantarles todo lo que me digan, pero no quiero perder la amistad de ninguno
de ellos.
Bien, me parecía un
muchacho maduro para la edad que tenía. A sus diecisiete años mostraba una
estabilidad emocional, pocas veces vista en jóvenes de su edad, especialmente
en cuanto al dominio propio se refería. Me retiré para irme al baño cuando vi
que dos muchachos inflaron un globo y se dirigieron para colocarse por detrás
de Julio, éste estaba distraído leyendo un folleto, cuando de pronto uno de los
chicos sacó una aguja y reventó el globo cerca del oído de Julio. Este se
estremeció por la explosión, y se levantó rápidamente de su silla, al parecer
el ruido lo dejó un tanto sordo, pero también lo asustó. Todos estallaron en
carcajadas y celebraban la cruel ocurrencia. El pastor también se estremeció,
pero cuando vio que todos se reían y se dio cuenta que lo habían hecho para
fastidiarlo, como que no le puso importancia y siguió saboreando su gaseosa.
Vi que Julio se puso
colorado, y no podía ocultar el fastidio que esto le produjo, pero luego vi que
procuraba seguir la corriente a los chicos, y él también comenzó a reírse,
restándole importancia a la agresión sufrida, pero a la vez podía ver en su
rostro por momentos que esta burla no le agradó del todo.
- Creo que estos chicos se pasaron de la raya, Julio -
le dije.
- Sí, pero así son ellos.
- ¿Así de toscos siempre son contigo?
- Estas cosas no son todos los días.
- Dime Julio, me parece que debieras manifestar tu
incomodidad cuando hay algo que no te gusta. Es más, creo que no es malo
llamarles la atención a estos malcriados, porque veo que te faltan el respeto a
cada momento.
Uno de los chicos que
estaba cerca de nuestra conversación, dijo:
- ¿Crees que somos malcriados? -lo dijo en voz alta
para que todos escuchen -Saben chicos, este hermano cree que somos malcriados.
Escuché voces de malestar.
Veía que me miraban con recelo, alcancé a escuchar que yo no tenía que meterme
en sus asuntos.
- Oye hermano, tú eres nuevo aquí, ¿y ya quieres
juzgarnos?
- Al parecer aquí hay alguien que parece más educado
que nosotros.
- Déjenlo, no se metan con él. Dios lo juzgará.
- Al parecer el nuevo no tiene sentido del humor.
Bien, estaba escuchando
todas estas cosas, pero en verdad no me molestaba. Sin embargo, el pastor me
observaba y no atinaba a decir nada, percibía por su indiferencia que estaba
solidarizándose con ellos. Luego intervino.
- ¿Qué sucede aquí chicos? -dijo.
- No pasó nada pastor -dijo Julio-tratando de
interceder.
- Lo que pasa -respondió uno de los jóvenes- que este
chico que no sé de qué iglesia es, nos ha dicho que somos malcriados por
haberle jugado una broma a Thriller.
- Sí pastor, la verdad que este pata ya nos echó a
perder la vigilia.
- Así es. Pastor aquí no hay unidad en el Espíritu.
Empezó otra andanada de
ataques, y todos me acusaban como si fuera un hereje.
- Está bien chicos -dijo el pastor- dejen de hablar.
Dime Jesualdo, ¿Tienes algo contra los muchachos?
- Nada pastor. Lo que pasa es no sé si usted se habrá
dado cuenta, pero ellos le hicieron una broma pesada a Julio, y yo dije que
eran malcriados, porque en realidad me parece que no fue del agrado de él.
- ¿Y cómo sabes que no fue de su agrado? -dijo uno de
los jóvenes.
-¡Claro! -dijeron varios- ¿cómo sabes tú eso? En todo
caso preguntémosle a Thriller.
-¡Así es! -todos estaban de acuerdo- Claro, salgamos
de dudas y que sea Thriller quien hable.
Julio, estaba sonrojado, al
parecer esta situación le hacía sentir mal. Yo notaba que este tímido joven
quería que este asunto quede allí nomás, pero ahora vi que se le complicó la
situación.
- Bien Julio -dijo el pastor- ¿qué tienes que decir al
respecto?
Le sudaba la frente. Todos
apuntaban su mirada hacia él, no faltaban los crueles que celebraban con risas
quedas el aprieto en que lo habían metido. Seguía callado, tenía temor de
hablar, hasta que la presión de las miradas rompió su silencio.
- Bueno…….en realidad……….no sé cómo decirlo……- sus
titubeos me decían que este muchacho temía expresar sinceramente sus
sentimientos.
- Sabes Julio -le dije- si tienes que expresar lo que
sientes, hazlo, no te cohíbas. Yo veo que eres un muchacho noble, pero veo que
eres también tímido. Mira observo que tienes algunos complejos porque
probablemente eres…….ehhhhh -temía decirlo para no ofenderlo, pero….de todos
modos él lo sabe- feo y… -estallaron en risas- sabes amigo eso no debe
acomplejarte, déjame decirte que hay una fealdad peor que la física, y es la
del alma,¿sabes lo que afea a una persona? es la maldad, el pecado, la
crueldad, la soberbia, y yo he podido percibir desde el poco tiempo que te
conozco que tienes un corazón bueno, porque sabes perdonar todo lo que
estos……estos -me miraban afinando el oído para diga algún despropósito, y
lanzarme su artillería- ………¡caraduras!
Se armó un loquerío, parece
que apreté el botón rojo que ahora detonaría la bomba atómica. Empezaron a
urdir entre ellos algo contra mí, el pastor pareció estar preocupado, se acercó
hacia ellos. Vi que uno de ellos, que parece era la fiera más peligrosa, salió
de en medio del grupo, y descubrí que estaba furioso, pero algo que me llamó
poderosamente la atención, es que no era creyente.
- ¡Oye idiota! -me recriminó- ¿A quién llamas tú
caraduras? Yo también vengo por primera vez a una vigilia, porque soy nuevo en
la iglesia, pero a mí nadie me insulta. Si te crees tan valiente para poder
insultarnos, pues ven demuéstrame también tu hombría golpeándome.
Me extrañaba la actitud de
este joven, y no sólo a mí, sino a todos los chicos, incluido al pastor, que
veía desconcertado su reacción.
- Pedrito -dijo el pastor- entiendo que eres nuevo en
la iglesia, pero, por favor compórtate.
- ¡A mí nadie me cierra la boca! -le gritó al pastor-,
a usted lo respeto en la iglesia, pero aquí, no lo conozco.
Los chicos que estaban a su
alrededor sigilosamente se iban retirando y dejaban espacio como preparando un
escenario para una bronca, las chicas estaban asustadas, y el pastor no sabía
qué hacer. Veía a Julio que intuía algo malo, y con su mirada me decía que
desista de seguir desafiándolo. En realidad, esto me pasaba por querer
defenderlo, pero no creía estar haciendo nada malo, pienso que estos chicos
estaban abusando de Julio.
Uno de los jóvenes se
acercó tras de mí y me susurró al oído:
- Ten cuidado. este tipo es matón, recién está en la
iglesia, y parece que está fumado.
Ahora sí que la cosa estaba
complicada, este joven aparte de malcriado, era fumón. Vi que se me acercaba y
sacó del bolsillo trasero de su pantalón una navaja. Esto hizo que todos se
escandalicen, las chicas comenzaron a gritar, y los muchachos no sabían qué
hacer. No faltaban aquéllos que creían que la vigilia había sido interrumpida
por el enemigo, y comenzaron a reprenderlo: “En el nombre de Cristo ¡fuera
Satanás!” Pero el muchacho les replicó: ¡Satanás se lo dirás a tu abuelo!” No
creo que estaba poseído, pero sí drogado y era casi como estar poseído.
- Baja tu arma amigo - le dije
- Yo no soy tu amigo, idiota. Y si me sigues hablando
voy a tener que chuzarte.
Vi que se me acercaba, me
iba arrinconando. Empecé a orar: “¡Señor, no sé si me llegó la hora de partir a
la gloria! Pero de todos modos ¡en tus manos encomiendo mi espíritu!”.
Vi que se me abalanzó y yo
cerré mis ojos, esperé el hincón, pero no sentía nada. Pensé que estaba muerto,
y dije: ¡Gracias Señor, en verdad no me ha dolido nada!” Pensé que estaba en el
cielo y cuando abrí mis ojos vi al delincuente dominado nada más y nada menos
que por Julio, el feo. Tenía un brazo suyo alrededor de su cuello y el cuchillo
estaba en el suelo, el muchacho por la presión que Julio ejerció sobre su
cuello cayó desmayado. Todos estaban asustados, pensando que estaba muerto.
- No se preocupen chicos, sólo está desmayado -dijo
Julio.
Hubo un silencio en la
casa, todos se miraban atónitos ¿qué ha sucedido? Yo abrí mis ojos y también
estaba estupefacto por toda esa escena rápida. Jamás habían visto a Julio
reaccionar así, bueno la sorpresa de ellos ha sido mayor que la mía, pues yo
recién lo había conocido. El pastor se frotaba los ojos, porque parecía que
estaba viendo visiones.
- Bien muchachos -dijo Julio- no podía dejar que éste
…..que éste….caradura le hiciera daño a un amigo.
Me sentí halagado por lo de
“amigo”.
- Gracias Jesualdo -continuó Julio-, me has hecho
pensar mucho, y tienes razón,
generalmente soy un tipo poco extrovertido, también acomplejado por mi
apariencia, porque parece que la naturaleza también me ha hecho una broma
pesada y sé que soy feo -esta vez no hubo risas-, y es verdad hay una fealdad
peor que la apariencia física, es la del corazón, y espero que ninguno de los
que están aquí la tengan. Se verían peor que yo.
Escuché que todos se reían,
pero sucedió algo que me llamó la atención, los chicos se acercaron a Julio y
lo abrazaron y le agradecieron por salvarles la vida, aunque en realidad me la
salvó a mí. El pastor también se acercó a Julio, y lo abrazó, y le dijo algo
que me pareció muy loable de su parte, pero sé que después su ejemplo trajo
cola.
- Julito -dijo conmovido el pastor- perdóname yo
también he sido parte de esta parodia. Espero que no me guardes rencor.
Julio lo miró, y derramó
algunas lágrimas, abrazó al pastor y ambos lloraron, y las chicas y algunos de
los muchachos vi que tenían los ojos rojos. Al final hubo una algarabía,
aplausos. Esa noche de la vigilia, se quedaron conversando con Julio, era
curioso, pero ahora los chicos querían acercarse más a él, y sé que en el
tiempo varios de ellos se hicieron sus amigos de verdad. Lo que me enteré
después es que Julio, era maestro de ates marciales, pero nunca lo mencionó en
la iglesia, según él, no quería hacer alarde de esto.
Bueno, el feo, como se lo
decían, pero ya no en un sentido despectivo, sino “con cariño”, se constituyó
en un líder entre los jóvenes, con el tiempo llegó a ser pastor y pastoreó en
su misma iglesia. Se llegó a casar con una de las chicas más preciosas que
había y que ni aún el más simpático de los jóvenes pudo conquistarla, pero
Julio lo hizo, y es que aparte de ser un tipo noble, tenía un trato especial y
carisma que más de una lo vio como un chico interesante.
Después de esa vigilia
inolvidable, perdí contacto con Julio, aunque conversábamos por el Messenger ya
no lo veía personalmente, y me agradecía tantas veces por ayudarle a salir de
su capullo, me enteré que el primer hijo que tuvo le puso por nombre Christian,
seguro porque le salió bonito.
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